miércoles, 20 de febrero de 2008

SER O NO SER

El objetivo principal para estar agremiado es el logro de todo cuanto conduzca al mejoramiento constante de las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores. También al desarrollo de su conciencia sindical y espíritu de solidaridad, a promover formas organizativas que aseguren a dichos trabajadores la representación eficaz de sus intereses y derechos en los lugares donde prestan servicios, procurar a los trabajadores que agrupa, empleos adecuados, remuneraciones justas, estabilidad laboral y las condiciones más propicias para su pleno desenvolvimiento y el de sus familias, defender los intereses profesionales de esos trabajadores y procurar se les reconozca sin retaceos el derecho a la negociación y el de huelga, ejercitar la representación de los trabajadores en todos los entes y ámbitos en los que dicha representación se prevea, propender al mejoramiento de las normas que rigen las condiciones laborales y las inherentes a la seguridad social respecto de dichos trabajadores, asumiendo a tal efecto iniciativas de carácter legislativo, administrativo o convencional o propiciando la modificación de las existentes, velar por el estricto cumplimiento de las mismas normas.
Uno de los mayores males de nuestra sociedad y que se profundizó en la época del menemismo es el individualismo, la falta de interés y la falta de memoria. Aquí surgieron, y hoy perduran, los que se rascan para dentro sin importarles lo que pasa a su alrededor, los que prefieren el no te metás a participar en mejorar las cosas, los que se oponen a cualquier idea sin que se les caiga a ellos una propia, los que hoy te abrazan porque les conviene y mañana, como en la fábula del escorpión y la rana, te vuelven a clavar su ponzoña ya que su naturaleza es así.
Siempre hay que estar dispuesto a dar la cara, a juntarse con aquellos que están en nuestro camino y luchar, aún, por estos otros que no tienen capacidad de ser solidarios. Pero hay que saber con la fuerza con la que se cuenta ya que no es fácil salir de conflictos que se pierden. Hay que saber elegir el momento oportuno y el lado más débil de nuestros contrincantes, en nuestro caso son aquellos que se oponen a mejoras salariales, al 82 % de nuestra jubilación, a nuestra participación en la Obra Social, etc. Debemos ser inteligentes para ubicarnos en el lugar que más nos convenga. Ellos tratarán de frenarnos a través de desinformación por cualquier medio. Incluso comprarán conciencias de compañeros nuestros para que nos jueguen en contra, como lo vemos a diario con los seguidores de determinados medios periodísticos.
Muchas veces, tirar más de la cuerda es como un boomerang que se nos viene encima. Hay que tener una visión estratégica y saben cuando y como actuar para que no sean los trabajadores los que pierden. Hay que ir paso a paso, con convicción, sumando a la lucha a aquellos compañeros que todavía dudan. Nada se logra de un día para el otro y muchas veces lo que hoy conseguimos con sacrificio, nos vuelven a quitar o desvirtúan nuestras conquistas.
Cuenta la leyenda que había un bosque, muy grande y frondoso, con arboles añosos y otros que solo eran retoños, donde habitaban miles de aves e insectos muy peligrosos. Un día de tormenta, un rayo hace que comiencen a arder las hojas secas que cubrían todo su piso.
Llaman a urgente asamblea de aves e insectos para tomar la decisión de que hacían en tan difícil momento. Los insectos se pusieron a conversar entre ellos y dijeron que no les preocupaba el incendio, que se irían a un nuevo bosque o esperarían que vengan otros a apagarlo.
Las aves, no tenían ni idea que camino seguir, discutían mientras el humo comenzaba a ahogarlos y el calor se hacía insoportable. Cada una tenía una opinión distinta, “hay que escapar”, decían unas, “hay que trasladar los nidos más alto”, decían otras, hasta que comenzaron a escuchar una voz que cambiaba permanentemente de lugar, no venía de un punto fijo. Esa voz les decía “hay que hacer algo” “no nos quedemos con los brazos cruzados”. Cuando pudieron determinar el origen de esas palabras comenzaron todos a reír, se trataba de un Colibrí.
“¿Pero que podemos hacer nosotros con semejante incendio?” le dijeron.
“Quizás nada, pero estamos defendiendo nuestro lugar, nuestras casas, aquí vivimos la mitad de nuestras vidas, pero yo moriré en el intento por salvarla” contestó el Colibrí.
Sin decir más nada, se arrojó a un charco y con agua en sus plumas comenzó a arrojarla al fuego. Pronto se unieron otras aves hasta que esa gotita derramada por el Colibrí se convirtió en una fuerte lluvia por el accionar de todas juntas. Lograron apagar el fuego y salvaron su presente y su futuro.
Esto es, más o menos lo que ocurre con nosotros. El bosque es nuestro lugar de trabajo, las aves somos nosotros, los insectos son aquellos que permanentemente buscan que las cosas salgan mal, que nunca se solucione nada o que no son capaces de luchar para el bien de todos. Para que todo salga como deseamos, como nos merecemos, para solucionar los conflictos que se nos presentan, para mejorar las condiciones de trabajo, se necesita el esfuerzo de todos, por más mínimo que parezca.